martes, 23 de abril de 2013

PEDRO PÁRAMO, de Juan Rulfo, 1955. La historia de un pueblo en susurros.


 


"Volví yo. Volvería siempre. El mar moja mis tobillos y se va; moja mis rodillas, mis muslos; rodea mi cintura con su brazo suave, da vuelta sobre mis senos; se abraza de mi cuello; aprieta mis hombros. Entonces me hundo con él, entera. Me entrego a él en su fuerte batir, en su suave poseer, sin dejar pedazo.
Me gusta bañarme en el mar -le dije.
Pero él no comprende.
Y al otro día estaba otra vez en el mar, purificándome. Entregándome en sus olas."







"Abundio siguió avanzando, dando traspiés, agachando la cabeza y a veces caminando en cuatro patas. Sentía que la tierra se retorcía, le daba vueltas y luego se le soltaba; él corría para agarrarla, y cuando ya la tenía en sus manos se le volvía a ir, hasta que llegó frente a la figura de un señor sentado junto a una puerta."

"A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú..."

"Pero los caminos de ella eran más largos que todos los caminos que yo había andado en mi vida y hasta se me ocurrió que nunca terminaría de quererla".

"Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que  no se apague"
 
Sin duda, una de mis novelas favoritas de todos los tiempos. Preciosa, simbólica, onírica, delirante, poética... De las que se devoran. Lectura intensa, ávida y desatada. Un verdadero PLACER. 

No puedo parar de citar:

"Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé a tenerlo todo. No solamente algo, sino todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedará ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti".

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