martes, 21 de diciembre de 2010

LA CONJURA DE LOS NECIOS.

Un pequeño fragmento de una lectura obligatoria. 


_¿Y tú crees que yo tengo algún problema? —aulló Ignatius—. El único problema que tiene esa gente, en realidad, es que no les gustan los coches nuevos ni los pulverizadores capilares. Por eso los meten allí. Porque atemorizan a los otros miembros de la sociedad. Los manicomios de este país están llenos de almas cándidas que sencillamente no pueden soportar la lanolina, el celofán, el plástico, la televisión y las circunscripciones.
—Ignatius, eso no es verdad. ¿No te acuerdas del señor Becnel, aquel que vivía al final de la calle? Le encerraron porque salió corriendo a la calle desnudo.
—Pues claro que salió corriendo a la calle desnudo. Qué iba a hacer. Su piel ya no podía soportar la ropa de nylon que le bloqueaba los poros. Yo siempre he considerado al señor Becnel uno de los mártires de nuestro siglo. Fue una pobre víctima. Ahora, corre a la puerta y mira a ver si ha llegado mi taxi.

LA CONJURA DE LOS NECIOS. Kennedy Toole, John.