jueves, 29 de noviembre de 2018

Liturgia


Acrílico sobre lienzo 80x65. Trabajo en proceso.

Me siento andaluza de pies a cabeza —con giros flamencos hasta en el ADN, aunque ni toque, ni cante, ni baile, ni “na”—. Y no sé si reír o llorar cuando leo disparates del calibre “apropiación cultural”, en este caso, en referencia al trabajo de Rosalía.
LA CULTURA no es de nadie, no se puede guardar bajo llave.
Nuestro flamenco, siendo nuestro se hizo tan grande, que ha pasado a ser de todos, a ser Universal, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, concretamente. Hace mucho ya que rompió y traspasó todas las barreras, las fronteras físicas, sensoriales, idiomáticas y temporales. Sorbo a sorbo, Palo a Palo, ha bebido de distintas fuentes antes de ser FLAMENCO Y FUENTE, también, de otras tantas nuevas tendencias. Y más nos vale que ese fluir infinito no cese nunca.

Por lo que a mí respecta… voy a disfrutar de este nuevo camino abierto por la música «des-encorsetada» que nos regala esta niña. Una apuesta tan original en todas sus facetas: musical, visual, conceptual… que, a la vista está, no ha dejado indiferente a nadie. Porque nada en ella es fruto de la casualidad o del capricho. Su imaginario marcado y definido es coherente con la temática de su álbum: el mal querer, el que teje la historia de un manuscrito medieval titulado «El Román de Flamenca», revisado desde la singular óptica de la artista.

La carga iconográfica de su personaje, de sus vídeos… es tan particular que genera un micro-universo propio claramente reconocible. Los vídeos son dignos de estudio pormenorizado (fantástico trabajo el de la productora Canadá): chándal, corales, polígonos, carreras de motos, tunning, camiones, uñas imposibles, coletas, trajes de luces y de gitana, desplantes y taconeos, ¡¡QUILLO!!, toros, sangre, puñales, pistolas, tatuajes, vírgenes, mártires... ¡¡Penitentes descalzos sobre un monopatín cuajado de clavos!! —¡Qué gusto que me sorprendan!— ¿El patinete mortificador? Jajaja… Me encanta. Hacía mucho que no veía ni oía nada tan original.

Entre mis favoritas del álbum: "BAGDAD, Cap.7. Liturgia."


Para mí es ARTE e inspira;)

lunes, 5 de noviembre de 2018

Hotel Utopía en Benalup, Cádiz.




Me habían contado delicias sobre este Hotel. «¡Tienes que ir, te va a encantar!». Pero no esperaba encontrar semejante compendio de buen gusto, arte, música, historia y cultura con letras mayúsculas. Una Utopía -nunca mejor dicho- hecha realidad, eso es este inefable lugar. “Utopía” se contiene en un peculiar entramado de casas (dieciséis habitaciones) que se distribuyen entorno a jardines y patios a distintas alturas; siendo este pintoresco caos arquitectónico el continente, el contenido es igualmente difícil de concretar en unos pocos conceptos; porque este lugar trasciende la idea de hotel, de restaurante, de cabaret o café-teatro, para devenir en máquina del tiempo que teletransporta al visitante a los años treinta. Este museo de arte y espacio cultural, con un café–teatro por corazón, consiguió llevarme a la París de vanguardias, nada más poner un pie dentro. 


 




 





La primera pregunta que me hice al llegar fue a quién demonios se le había ocurrido montar tan impresionante espacio cultural en un pequeño pueblo de Cádiz, Benalup – Casas Viejas.

Tras las bambalinas, indagando entre tantísima información que ofrece el propio local, que se me antoja museo, descubrimos al leonés Miguel Ángel Fernández Martínez, un licenciado en Ciencias Políticas y Periodismo que, antes de tirar para Andalucía, había trabajado para la Cadena Ser, como Redactor Jefe de la Gaceta del Arte y como productor; además de ser aficionado anticuario, amante de la cultura y mecenas del arte, artífice —junto a otros dos colegas— de la madrileña galería Multitud (1974-1978), que nace con el espíritu de recuperar la memoria artística perdida de la España de la República y de posguerra.




En el año 2006, con tan rico bagaje, Miguel Ángel aterriza en Benalup, y se monta este particular paraíso:

Tras el portalón de la entrada principal, una galería —acervo cultural de las tres primeras décadas del siguo XX que se despliega visualmente en paredes, recovecos y cobachas— lleva al visitante al corazón del establecimiento, la sala de ceremonias, la conocida como Fonda o el café-teatro, bar-restaurante del Hotel. Un salón exquisitamente decorado, en torno a los veladores y mesas desde donde los comensales, además de degustar especialidades gastronómicas reseñadas en la guía Michelín, pueden disfrutar de cada espectáculo que se ofrece en el escenario que preside la estancia. Las oscuras pareces aparecen cuajadas de cuadros y fotografías de los más grandes artistas de las vanguardias: Frida, Toulouse-Lautrec, Leger…, un retrato del mito del jazz Glenn Miller, da paso al escenario. Las columnas vestidas de Egon Schiele, Picasso, Matisse, Dalí… son auténticas joyas. Todo tipo de cartelería de la época, cine, teatro, espectáculos de varidades… Art Decó, mobiliario vintage, objetos de coleccionista como una réplica del piano de Federico García Lorca, gramófonos o la vajilla que se usaba en el Queen Mary, siguen el hilo conductor que define el espíritu de “Utopía”. Por último, la perfecta iluminación y ambientación de la sala… Un discurso, en definitiva absolutamente delicioso y coherente.

Envueltos por ese ambiente íntimo y cercano, cenamos en la mesa contigua a la del “Canijo de Jerez” y su banda, protagonistas de la noche tras la cena.

Mikel Erentxun, Zahara, Toni Zenet, Pablo Carbonell, Wyoming, Javier Ruibal, David de María o El Canijo de Jerez, entre otros, han pasado por su escenario en repetidas ocasiones. Porque, como todos dicen, el que pisa este lugar repite.

Cocineros de la talla de José Andrés, amigo personal de Miguel Angel Fernández, Ferran Adriá y Juan Mari Arzak, se han sentado a degustar su oferta gastronómica.

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Después del concierto, las copas o lo que se tercie, hay que quedarse a dormir en una de sus 16 habitaciones temáticas y únicas. Dieciséis veces hay que ir. Avisados estáis. Porque cada habitación es una obra de arte en sí misma, con personalidad propia y plagada de detalles que trasportan a otra época. Responden al nombre de “La República”, “Art Déco”, “Poeta” (Generación del 29),”Tánger”, “Jazz”, “Tango”… “Vanguardia” era la nuestra: Una maravilla inspirada en eso, las vanguardias artísticas. La decoración (fotografías de Man Ray a Picasso, Dalí… adornando paredes, y libros e ilustraciones de arte reposando sobre las mesillas), el mobiliario, lámparas, biombos, alfombras, son réplicas o recuerdan a los trabajos de la Bauhaus alemana de los años 20 y 30. Todo es un puro detalle.






Manteniendo el espíritu de su creador, fallecido hace poco más de un año, la cadena Crea Hoteles se ha hecho cargo de la gestión del hotel Utopía.

Utopía” es una nave, una máquina del tiempo que nos regala un viaje a esos años, ricos en cultura, en innovación y vanguardias… Un auténtico espectáculo para los sentidos que sobrepasa conceptos, que va más allá y trasciende a Lugar de Culto.


Gracias Paco Gil Mora, por este preciosísimo regalo.
Inolvidable.


Con amor,
María José Gil Lozano



https://www.hotelutopiacadiz.com/






jueves, 1 de noviembre de 2018

funambulistas

 

Proyecto en grafito sobre papel para Libro de Relatos de ficción.

Ilustración de libro de relatos del autor Paco Gil Mora. En esta tercera ocasión, el autor sube a la cuerda floja, uno tras otro, a los protagonistas de los catorce relatos que componen este nuevo libro. Como acróbatas circenses, a cada indeciso paso, van dando vida a historias comunes y cotidianas, pero también únicas e irrepetibles. Vibrantes como el alambre que sostiene su peso, las vidas de estos equilibristas tiemblan, se balancean y se estremecen,  vapuleadas como ropa tendida al viento.
El escritor observa el difícil trance desde abajo; una perspectiva distante, un contrapicado que le permite ver  los bajos, los entresijos, los fondos ocultos y más íntimos de sus personajes; y analiza, sin pudor ni miedo ni compasión, la deriva de los obligados funambulistas que se ejercitan sobre el alambre rezando por no ser zanrandeados por el vendaval.
A cada tembloroso paso, un relato. Que vuelvan a redoblar los tambores. Empiezan las acrobacias.

 funambulistas